Boris Cerda, jefe Regional de Tarapacá, aborda la creación de esa oficina en 2016 y cómo se ha coordinado con las otras regiones del norte del país que enfrentan problemas ambientales similares asociados a ruidos molestos, minería, utilización de recursos hídricos, entre otros.
Al repasar el tiempo en que he estado vinculado a la SMA, afloran rápidamente varios hitos que, en un período muy breve, han marcado mi vida profesional y personal, determinados por ser éste el trabajo más importante, desafiante y querido en el que me he desempeñado y del cual me siento orgulloso de formar parte de su historia.
Comencé a trabajar en la SMA en 2013, el año en que inició la vigencia efectiva de las facultades de este organismo. Primero, me desempeñé como fiscalizador de la Macrozona Centro (que comprendía las regiones de Coquimbo al Maule); durante el año 2015 formé parte de la Sección Operativa del Nivel Central de la División de Fiscalización; y desde mediados de 2016, asumí la Jefatura de la Oficina Regional de Tarapacá. En todo ese período he tenido la posibilidad de experimentar tanto el desarrollo y evolución de la institución, como también cambios profundos en mi propia vida privada, incluido el traslado a más de 1.750 kilómetros del lugar donde viví por más de 30 años. Todo lo anterior, con la tranquilidad de que el camino recorrido y las decisiones tomadas han sido las correctas, sintiéndome privilegiado de las oportunidades otorgadas.
Instalación de la oficina regional
La tarea de implementar una Oficina Regional no asomaba como una tarea fácil, pero al mirar a mis colegas de las Oficinas constituidas previamente a lo largo del país la receta para cumplir con las exigencias establecidas se mostraba clara: Trabajo, calidad técnica, compromiso y rigurosidad.
Así, pese a tener certeza y creer compartir dicha forma de trabajo, los principales desafíos desde el día cero consistieron en la propia instalación de la oficina regional de la SMA en la región (con la respectiva logística que ello implica) y su operatividad inmediata, sumado, en mi opinión, a lo más importante: Configurar un “equipo” de trabajo, compuesto hoy por cuatro excelentes personas y profesionales, de los cuales tengo el orgullo de liderar, cuya disposición, entusiasmo, calidad humana y técnica ha determinado, como región, estar a la altura de nuestros pares y de lo que la institución requiere.
Otro reto inmediato consistió en validar este esfuerzo institucional, humano y presupuestario ante las autoridades locales, nuestros colegas de la Red Nacional de Fiscalización Ambiental (RENFA), titulares regulados y la comunidad. Nuevamente, en base a una planificación de nuestras actividades en forma coordinada, ejecutando las actividades de fiscalización con rigurosidad, entregando certeza en nuestros procedimientos y manteniendo un canal de comunicación abierto y constante con todos los actores, nos ha permitido generar los espacios de confianza y respeto necesarios sobre los cuales se asientan las bases y se desarrollan los procesos de mejora continua efectiva.
Asimismo, la Región de Tarapacá, al igual que las otras pertenecientes a la Macrozona Norte (que abarca desde Arica a Coquimbo), nos presenta además una complejidad espacial adicional: Poseer distintas realidades geográficas en un mismo territorio político-administrativo, que incluye Borde costero, ciudades medianas con alta concentración demográfica, pampa y altiplano), en las cuales se emplazan a su vez distintas actividades (Puertos, empresas pesqueras, de servicios y equipamiento, centrales termoeléctricas, mineras no metálicas, metálicas, etc).
En razón con lo anterior, y ya sea por tipología, emplazamiento o la sumatoria de ambos, se plasman en un territorio “vivido y compartido” una serie de problemáticas ambientales que se manifiestan en forma independiente o conjunta (afectación de biota acuática, olores, ruido, emisiones atmosféricas, afectación de biodiversidad, calidad de aguas subterráneas, alteraciones al patrimonio arqueológico, cultural y a los sistemas de vida y costumbres de grupos humanos, en un área geográfica con presencia de un porcentaje importante de población indígena). Si a todo lo anterior le sumamos las importantes distancias existentes entre dichas zonas longitudinales y la altitud superior a 4.000 msnm en la cual se emplazan varias de las unidades fiscalizables existentes, el desafío se tornaba más interesante.
Nuevo sistema de tratamiento de denuncias
Por todo lo señalado anteriormente, y fruto del esfuerzo realizado durante este último año y medio, creemos haber avanzado notablemente en atender la necesidad primaria existente en la región: Fiscalización temprana. Lo anterior se refleja en la atención de la totalidad de las denuncias ingresadas en este período (manteniendo informado al denunciante de la totalidad de las gestiones realizadas), lo que ha significado triplicar el número de actividades programadas para el año y disminuir notablemente los tiempos de fiscalización y respuesta de ésta al denunciante.
Asimismo, profundizamos las actividades de capacitación a todos los actores involucrados, realizando talleres a los miembros de la RENFA respecto a las últimas novedades asociadas a la fiscalización (sistema electrónico de seguimiento ambiental, protocolo de fiscalización de medio humano), a las empresas reguladas respecto a la normativa vigente y últimas instrucciones (taller de Entidades Técnicas de Fiscalización Ambiental) y, en conjunto con el Servicio de Evaluación Ambiental, capacitación a los siete municipios de la región de Tarapacá (encargados ambientales e inspectores) respecto a las atribuciones y competencias de la SMA, sumado al rol que éstos juegan en el procedimiento de denuncias. Finalmente, quisiera individualizar a la figura del denunciante, sobre el cual hemos estructurado nuestro accionar en la región, construyendo un sistema de gestión que intenta en todo momento establecer una relación cercana, a escala humana, realizando una fiscalización oportuna de sus denuncias e informándole de la totalidad de las gestiones que se realizan sobre ella, presentando siempre las puertas abiertas para, primero que todo, escuchar, luego entregar la orientación necesaria, y por supuesto, atender su fiscalización, entendiendo que todavía hay muchas personas que no conocen la labor de la Superintendencia ni sus atribuciones.
Acciones ante riesgo ambiental
Dentro del trabajo realizado, quisiera destacar que hemos avanzado en implementar acciones ante casos de riesgo ambiental (primera medida provisional pre-procedimental ordenada en la región), junto al chequeo oportuno a los primeros Programas de Cumplimiento aprobados (5 casos), logrando ejercer las atribuciones en forma preventiva, con miras a evitar la ocurrencia de daño. De mantenerse estos esfuerzos, sumado al cierre de los casos más emblemáticos a través del establecimiento de multas pecuniarias disuasivas, tanto a todos los locales nocturnos denunciados por incumplimiento a la Norma de Emisión de ruido en el sector “Península” (29,3 UTA), titulares de RCA por incumplimientos a sus permisos como el relleno sanitario de Iquique (374 UTA), sumado a rechazos de PdC por no cumplir con los requisitos técnicos mínimos establecidos (caso Pampa Hermosa y sus efectos sobre el Salar de Llamara), vamos cimentando la huella de trabajo, oportunidad, rigurosidad, calidad y certeza de nuestros procedimientos, estableciendo confianza y reglas claras entre todos los actores.
Ahora, si miramos el contexto de la zona norte, la cual concentra el mayor número de actividades de fiscalización ambiental de RCA a nivel nacional, así como también el mayor número de permisos fiscalizados, la SMA además ha ejercido su potestad sancionatoria en casos tan importantes como la multa de 14.745 UTA a Caserones en la región de Atacama, las formulaciones de cargos a SOMARCO en Arica (emplazado en zona de polimetales) y Pelambres en Coquimbo. Además, se han implementado medidas intrusivas, adicionales a la sanción, en casos de riesgo ambiental como al titular de la faena minera Maricunga en Atacama (clausura de pozos de extracción de agua) y Antofagasta Terminal Internacional (limpieza de área circundante al Puerto). Finalmente, se continúa fomentando la promoción del cumplimiento con la aprobación del millonario PdC de la faena Sierra Gorda en la región de Antofagasta, asegurándose con ello que la totalidad de los recursos se invertirán en el propio territorio afectado por las infracciones, subsanándolas con distintas obras a ejecutar.
Desafíos futuros
En este sentido, conscientes de que nuestra tarea está apenas comenzando, y teniendo la certeza de que el mejor camino que nos acerca a cumplir nuestra misión es en base al trabajo y comunicación oportunos, vislumbramos una serie de desafíos que nos motivan a enfrentarlos con el mismo espíritu: En términos de fiscalización, asentar las bases técnicas y procedimentales de la SMA en la región, atender las denuncias cada vez en forma más oportuna y entregar respuestas acordes a su necesidad, urgencia y relevancia ambiental, actuar en forma estratégica y preventiva ante situaciones de fenómenos meteorológicos estacionales (olores en verano y lluvias en invierno altiplánico), reforzar las coordinaciones intersectoriales para abordar los incidentes ambientales, aumentar el conocimiento técnico en aspectos ambientales relevantes específicos de la zona (Medio humano asociado a sistemas de vida y costumbres de población indígena; flora y vegetación de especies endémicas, poco frecuentes y con ecosistemas frágiles en costa, desierto, pampa y altiplano), ampliar la cobertura de fiscalización de todos los instrumentos de nuestra competencia, profundizar el enfoque de riesgo y la implementación de medidas ante casos de incumplimiento de Norma, RCA y sin RCA (elusión y/o fraccionamiento), abrir nuevos canales de comunicación y capacitación con todo aquel que lo requiera (autoridades, comunidades, titulares, municipios, ONG, etc) y comenzar la fiscalización de nuevos instrumentos, tales como los Impuestos Verdes y la Ley de Fomento al Reciclaje o REP.
Asimismo, a nivel local y macrozonal creemos urgente la necesidad de cerrar en tiempo breve los procesos administrativos, aumentando en la medida de lo posible el inicio de procedimientos sancionatorios, adelantando las formulaciones de cargos y disminuyendo sus tiempos de tramitación.
Reforzamos así el llamado e invitamos a los titulares de instrumentos de competencia de la SMA a conocer, administrar y estar atentos al seguimiento de sus compromisos ambientales, haciéndose parte de su cumplimiento y de los efectos que generan sus operaciones, tanto en el lugar en que se emplazan como en la comunidad que los rodea, estableciendo las medidas de corrección e información temprana que permitan evitar situaciones de incumplimiento, riesgo y daño, disminuyendo con ello el malestar y desconfianza de sus vecinos y evitando con ello la imposición de sanciones que repercuten en la propia imagen corporativa, pudiendo generar un daño irreversible (ambiental y comercial), independiente de la voluntad y recursos que se dispongan a posteriori.
Palabras finales
Así, una vez realizada la retrospección necesaria, la conclusión y sensación en torno a estos casi cinco años en la SMA no es otra que gratitud con la institución y su gente, de pertenecer a un equipo joven y pujante que cree en el cumplimiento ambiental y en el mérito; premiándolo y entregando oportunidades de desarrollo a su gente, con la convicción de que los que la conformamos (y que por cierto sólo estamos de paso), que la tarea continua día a día, pero que sabemos estar a la altura de lo que la institucionalidad requiere, del momento histórico que nos enfrenta y que podemos hacer de la fiscalización y sanción ambiental una herramienta útil que permita a los regulados cumplir sus obligaciones y con ello, contribuir a cuidar nuestro entorno y mejorar la calidad de vida de los que lo habitamos.